Reflejamos el triunfo de las argentinas por abortolegal
El 13 de junio fue el cierre de una etapa de lucha del movimiento de mujeres argentinas, que derivó en el triunfo en la votación de la Cámara de Diputados a favor de la "Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo".
Aquí puede encontrar un primer resumen de este proceso de lucha.
El movimiento de Mujeres a través de la Ley elanorada por la Campaña Nacional por el Aborto Legal en Argetina pudo canalizar la ley que despenaliza el aborto y lo hace legal dando responsabilidad sobre el estado para enfrentar esta problemática a través de política publica. Todavia falta la aprobación en el Senado.
Celebración
En los videos vemos como se reflejó la celebración de las mujeres movilizadas.
Debate en el parlamento
Semanas antes del día de la votación en la Cámara de Diputados se abrio el parlamento para escuchar los distintos argumentos a favor y en contra de la legalización del aborto. Difundimos las exposiciones más destacadas de diferentes enfoques a favor del aborto legal.
Alberto Kornblihtt - Biólogo
El doctor Alberto Kornblihtt, biólogo y especialista en genética y biología molecular explica por que "un embrión no es lo mismo que un ser humano".
Ofelia Fernandez - Estudiante de secundaria
La estudiante y lider estudiantil Ofelia Fernandez expone la situación desde su experiencia de estudiante y jóven.
Norma Cuevas - Madre
El testimonio a favor del aborto legal de Norma Cuevas, madre de Ana Maria Acevedo, la adolescente muerta en Santa Fé porque le negaron un aborto terapéutico.
Dario Sztajnszrajber - filósofo
El licenciado en filosofía de la UBA, Dario Sztajnszrajber que expone desde un punto de vista folosófico cómo no pueden ser válidos argumentos metafísicos para definir una política estatal sobre el aborto.
"Mis Bolivia" - cantante
La conocida artista con el seudónimo Mís Bolivia que desde su experiencia propia relata lo que significa para las mujeres enfrentarse a un aborto ilegal.
Soledad Deza - abogada
La abogada Soledad Deza que llevó el caso emblemático de Belén, la adolescente encarcelada por tener un aborto espontáneo.
Dolores Fonzi - actriz
La actriz Dolores Fonsi, da su testimonio como mujer, madre y militante por el derecho al aborto legal.
Vanina Viasi - Dirigente política
La dirigenta de la organización de mujeres Plenario de Trabajadoras y del Partido Obrero y del Frente de Izquierda de los Trabajadores da los argumentos políticos y sociales para acabar con el aborto clandestino.
Debate entre estudiantes de secundaria
Como parte de la movilización popular los estudiantes de secundaria y uiversitarios realizaron la toma de escuelas y universidades como acto de solidaridad con la lucha y movilización por el aborto legal. Fueron protagonistas de innumerables debates. Compartimos uno:
ANÁLISIS
A favor del aborto desde la religión
Cuando la Iglesia Católica admitía el aborto y Santo Tomás y San Agustín consideraban que el embrión no tenía alma
Mientras que la Biblia no habla claramente al respecto, durante siglos los teólogos consideraron que el alma aparecía cuando el feto adquiría la forma humana.
La encarnizada lucha que la Iglesia Católica despliega en todo el mundo contra el aborto es, si se la compara con su propia historia como religión, bastante nueva. Mientras que durante gran parte de sus dos mil años de existencia no vio al aborto como una cuestión grave equiparable al homicidio, fue recién en 1869 que la Iglesia cambió de posición, cuando el papa Pío IX determinó que los embriones poseen un alma a todos los efectos desde el momento de la concepción.
Para Santo Tomás, “el alma no es infundida antes de la formación del cuerpo”
Durante los primeros años del cristianismo, existieron posturas contradictorias y para nada unánimes entre los diferentes papas y las doctrinas de los Padres de la Iglesia -como se conoce a un grupo de escritores cuyas enseñanzas durante el primer milenio del cristianismo tuvieron gran peso en el pensamiento y la teología cristianas-.
Y es que tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento no abundan en remisiones a la cuestión del aborto: las alusiones son pocas, y algo enrevesadas. Uno de los pasajes más citados por quienes defienden la prohibición se encuentra en el Antiguo Testamento, en el primer capítulo de Jeremías, y dice: "Antes de formarte en el vientre materno, yo te conocía; antes de que salieras del seno, yo te había consagrado, te había constituido profeta para las naciones".
Santo Tomás de Aquino, uno de los mayores teólogos de la historia del cristianismo, creía que el embrión no tenía alma, que se adquiría junto con la forma humana
Santo Tomás de Aquino, uno de los mayores teólogos de la historia del cristianismo, creía que el embrión no tenía alma, que se adquiría junto con la forma humana
Tomada individualmente, la frase parecería decir que Dios ha santificado al embrión; sin embargo, cuando se observa el fragmento completo que la incluye puede apreciarse que de lo que allí se habla no es ni del aborto ni de la santidad de la vida del feto: "La palabra del Señor llegó a mí en estos términos: «Antes de formarte en el vientre materno, yo te conocía; antes de que salieras del seno, yo te había consagrado, te había constituido profeta para las naciones». Yo respondí: «¡Ah, Señor! Mira que no sé hablar, porque soy demasiado joven». El Señor me dijo: «No digas: «Soy demasiado joven», porque tú irás adonde yo te envíe y dirás todo lo que yo te ordene. No temas delante de ellos, porque yo estoy contigo para librarte –oráculo del Señor–»".
Para el filósofo James Rachels -autor de Introducción a la filosofía moral (Fondo de Cultura Económica, 2007), una especie de best seller estadounidense de ética publicado originalmente en 2003- la lectura de ese fragmento no permite concluir que se trate de un juicio moral sobre el aborto, sino más bien es una figura "poética".
Donde las Escrituras sí hablan sobre el aborto explícitamente es en el libro del Éxodo, en su capítulo 21, cuando describe las normas que regían a los israelitas y distingue la pena por el homicidio (que se castigaba con la muerte) del aborto, que apenas es merecedor de una multa.
Durante el primer milenio del cristianismo, no hubo consenso sobre el aborto: para San Agustín, por ejemplo, el embrión adquiría el alma a los 45 días
Durante el primer milenio del cristianismo, no hubo consenso sobre el aborto: para San Agustín, por ejemplo, el embrión adquiría el alma a los 45 días
Esta ambigüedad en los textos sagrados fue lo que provocó la existencia de posturas contradictorias: mientras que en el siglo I el Didaché -el primer catecismo conocido- condenaba el aborto, dos siglos después el Concilio de Elvira lo sancionaba sólo si era realizado con motivo de un adulterio, pero dejaba sin castigo al aborto provocado dentro del matrimonio.
Por esos mismos años, San Agustín (354-430 d.C), obispo de Hipona y máximo pensador del primer milenio del cristianismo, consideraba que el embrión no tenía alma hasta el día 45 después de la concepción. Por eso, distinguía entre el aborto realizado sobre un feto animado -que equiparaba al homicidio-, del aborto practicado sobre un "informe" sin alma humana, que igualmente repudiaba pero que tenía una pena menor.
Casi un milenio más tarde, Santo Tomás de Aquino (1225-1274), otro de los teólogos más importantes del cristianismo, fue contundente al sostener -en su Suma Teológica y siguiendo a Aristóteles- que "el alma no es infundida antes de la formación del cuerpo". El alma humana viene junto con la forma humana, decía, por lo que un embrión no tiene alma sino hasta después de varias semanas de embarazo, cuando el feto comienza a adquirir la forma humana. "Se consideraba que los primeros movimientos del feto, las primeras señales de vida perceptibles, significaban el comienzo de la «animación»", explica el filósofo Richard David Precht en su libro ¿Quién soy y… cuántos? Un viaje filosófico (Ariel, 2007).
Santo Tomás consideraba que el aborto de un embrión en sus primeras fases de desarrollo era equiparable a la contracepción, por lo que era igualmente condenable, pero no en el mismo nivel que un homicidio.
Esta postura la Iglesia la adoptó en 1312, en el Concilio de Vienne convocado por el papa Clemente V, y recién la revirtió en el siglo XIX, cuando dio marcha atrás, pero por un curioso motivo: con rudimentarios microscopios de la época, los científicos de entonces creyeron ver en el embrión a personas humanas diminutas, a las que denominaron "homúnculo". Así, siguiendo la postura tomista, consideraron que se trataba de una criatura perfectamente formada que sólo necesitaba crecer, por lo que estaba dotada de alma y era incorrecto "matarlo".
En la Biblia existen pocas y confusas referencias al aborto
Los avances tecnológicos posteriores permitieron confirmar, sin embargo, que el pensamiento original de Santo Tomás era correcto, y que los embriones comienzan como un grupo de células y que la forma humana la adquiere con el desarrollo. Aun cuando cambió el conocimiento científico, la Iglesia mantuvo la posición que había adoptado en la ciudad francesa de Vienne.
El hecho de que durante siglos la Iglesia no tuviera una postura unívoca sobre al aborto explica, para Rachels, que el derecho occidental no haya tratado en muchos casos al aborto como delito. En países como los Estados Unidos, la prohibición duró apenas poco más de un siglo: fue instaurada bien entrado el siglo XIX, y concluyó en 1973, cuando la Corte Suprema dictaminó que era inconstitucional.
Tras exponer la historia de las diferentes posiciones de la Iglesia respecto del aborto, Rachels la compara con las cambiantes opiniones morales y religiosas sobre la esclavitud, la condición de la mujer o la pena de muerte y reflexiona: "La tradición eclesiástica, así como las Escrituras, es reinterpretada por cada generación para apoyar sus propias opiniones morales. El aborto es sólo un ejemplo".
Por último, Rachels sostiene que "lo correcto y lo incorrecto no deben definirse en términos de la voluntad de Dios; la moral es cuestión de razón y de conciencia, no de fe religiosa; y en todo caso, las consideraciones religiosas no dan soluciones definitivas a los problemas morales específicos que confrontamos".
Análisis político
Lo que deja esta enorme victoria popular
Por Marcelo Ramal
La media sanción del aborto legal fue arrancada bajo la presión de una inmensa movilización popular, que le imprimió un envión decisivo al ya ascendente movimiento de la mujer en estos años. El gobierno de Macri terminó accediendo a abrir la discusión parlamentaria sobre el aborto legal en vísperas del pasado 8 de marzo. Lo hizo para zafar de una posible sesión especial del Congreso en esa fecha, que hubiera tenido lugar bajo el cerco de una movilización multitudinaria. Pero la decisión de “abrir el debate” -o sea, de fugar hacia adelante-, concluyó en el mismo punto: este miércoles, los diputados deliberaron con el telón de fondo de una movilización que algunos calculan en un millón de personas. Bajo esta presencia contundente, quedaron enterradas las maniobras del clero, el Estado y los partidos que, antes y ahora, conspiraron contra esta reivindicación fundamental.
Crisis política
El gobierno lanzó el debate sobre el aborto legal después de atravesar un verano caliente, signado por las grandes movilizaciones contra la reforma previsional y por los primeros síntomas de desbarajuste financiero. Aunque -como ya dijimos- actuó bajo el acicate de la movilización de la mujer, quería servirse del aborto legal para ‘cambiar el eje’ de la agenda política e introducir una cuña en la oposición, incluidos los movimientos sociales orgánicamente ligados al clero. Para el gobierno, este “manejo” no excluía, de ningún modo, un entierro parlamentario del proyecto, bajo el peso reaccionario de buena parte de su bancada y la del pejota-kirchnerismo.
Pero, de entonces a hoy, se ha colado la crisis política y, como nunca, la redoblada movilización de la mujer.
La corrida cambiaria y el desmadre económico llegaron cuando el aborto legal transitaba el debate en Comisión en el Congreso. Con estos episodios, se redoblaron también las presiones del clero. La transacción era clara: la Iglesia -y sus agentes- ofrecían reforzar su papel de bombero de la creciente crisis social, a cambio del bloqueo del proyecto por parte del gobierno. Algunos días atrás, se revelaron detalles del encuentro de Vidal y Stanley con el papa Francisco. “Si se llegara a estar en condiciones de imponerse -relataba este lunes el principal editorialista de La Nación- habrá que ver si no se ausenta algún legislador del PRO cuyo voto (a favor) pudiera ser decisivo para la media sanción” (La Nación, 11/6). A este nivel de conspiración habían llegado los “republicanos”, de la mano del clero.
Mientras esto ocurría, el movimiento de lucha por el aborto legal alcanzaba niveles inusitados. Las exposiciones en el Congreso trazaron un retrato brutal de la coacción que representa para la mujer el aborto clandestino y, muy principalmente, cuando se trata de las mujeres explotadas. Un capítulo especial de estos relatos le cupo a las jóvenes, que presentaron la indefensión que implica una educación sexual siempre ninguneada o malversada, para luego, en caso de embarazarse involuntariamente, terminar en las manos de los carniceros clandestinos. Como la punta de un iceberg, cada uno de estos relatos tenía por detrás a una acción movilizadora, en los barrios, en los colegios y facultades, atravesados por asambleas, debates y tomas. El 8 de marzo lo expresó cabalmente, incluso con numerosas delegaciones de mujeres fabriles. Este ascenso de la movilización de la mujer está completamente entrelazado con la crisis social y con las tendencias de lucha más vastas que se expresan todos los días. En definitiva, el aborto clandestino es el último eslabón de una cadena precedida por la miseria social, la desocupación, el hacinamiento y la violencia social en todas sus manifestaciones. Los que separan a la conquista del aborto legal de este escenario más amplio de la bancarrota social del capitalismo, sencillamente no perciben lo que ha ocurrido en la Argentina en la madrugada de este jueves.
Desenlace
En las semanas previas, varios mecanismos de desvío político fueron desbordados por la movilización de masas de la mujer. La Marcha Federal, lanzada por el trío San Cayetano en común con el Episcopado, levantó políticamente al clero reaccionario como adalid de la defensa de los pobres, junto a la centroizquierda sindical, cuando la Iglesia lanzaba su estocada final para influir sobre los resultados parlamentarios. El 4J, distintos agrupamientos al interior del movimiento de la mujer quisieron relativizar la bandera del aborto legal. Pero la Plaza de los Dos Congresos se transformó en un mar verde, a nueve días de la sesión histórica.
Las 24 horas cruciales del debate en Diputados estuvieron atravesadas por todas estas tendencias. De un lado, los pasillos parlamentarios eran pasto de múltiples versiones sobre las presiones de la Iglesia. Las listas de votos indecisos y negativos en el gobierno y sus opositores revelaba una cuestión muy clara: la hostilidad visceral de los partidos que gobiernan o han gobernado la Argentina hacia el aborto legal, como resultado de sus compromisos de hierro con el clero. Como lo reconoció la antiabortista Graciela Caamaño en su intervención de cierre, sólo el Frente de Izquierda podía exhibir una posición homogénea y principista en favor del aborto legal.
Pero a despecho de estas maquinaciones, otra lucha gigantesca se libraba, en esas horas, en la calle. En una acción nada inocente, los funcionarios de “seguridad” dividieron en dos la Plaza de los dos Congresos, para recibir -en supuesta paridad- a los abortistas y a los antiabortistas. Así, querían presentar que el reñido escenario del Congreso era la mera expresión de la que ocurría en la calle. Pero la realidad fue distinta y abrumadora. Los defensores del aborto clandestino, generosamente financiados por la Iglesia, no pudieron ni de lejos colmar el espacio que le asignaron. Entrada la noche, un puñado de fanáticos religiosos portaban sus banderas celestes. Del otro lado, la ola verde se extendía por cuadras y cuadras, con una impresionante presencia de jóvenes. Fue esta movilización contundente la que terminó desatando en el recinto una crisis política. Hacia la madrugada, el conteo de los votos indicaba una ajustada derrota del aborto legal. Este era el “resultado” imposible que debía ser informado a la multitud que se renovaba a las puertas del Congreso y que podía desatar un estallido. Si hace dos meses atrás el gobierno fantaseaba con “manipular” a la causa del aborto, ahora las cosas se presentaban de otro modo. El voto negativo, en medio de una verdadera pueblada, echaba nafta al fuego de un país sacudido por el derrumbe económico y por un acuerdo con el FMI, que pretende una verdadera masacre social. Los históricos negadores de derechos recularon, y aparecieron los votos necesarios para una victoria: después de décadas de lucha, el movimiento de la mujer le doblaba el brazo a un Estado históricamente enlazado al clero.
Conclusiones
Apenas horas después de la votación, gobierno y opositores se desviven por apropiarse de la conquista del aborto legal. Lo cierto, sin embargo, es que para todos ellos este desenlace es un revés estratégico. En el macrismo, el debate terminó promoviendo una fractura interior, la cual, en el tiempo, terminará enlazándose con otras disidencias -las que se desencadenen como resultado del desmadre económico. Las principales figuras electorales del macrismo, de Vidal o Carrió, mordieron el polvo de la derrota. Después de haber obtenido el 50% de la elección en la Ciudad de Buenos Aires, Carrió atravesó el debate parlamentario en silencio, una señal, o de impotencia o de cobardía política. Afuera, las hijas de sus votantes blandían contra ella los pañuelos verdes. Del lado de la oposición, el debate trajo a colación los doce años de bloqueo del kirchnerismo en relación con el aborto legal y, por supuesto, el carácter reaccionario de sus caudillos provinciales, con diputados que, en sus discursos, hasta celebraban el oscurantismo y el atraso que oprimen a sus distritos. Nuestra compañera Romina Del Plá los denunció sin vacilar, mostrando que la oprimida mujer del interior era quien más necesitaba del derecho al aborto legal. ¿Qué decir de la Iglesia y el Vaticano, que fracasaron hasta en movilizar a sus aparatos? Muchas de las estudiantes de los colegios religiosos nutrían a las multitudes del aborto legal. La derrota del Vaticano, en el propio país del Papa, tiene un alcance internacional, y se enlaza con el resultado del reciente plebiscito de Irlanda.
En la lista de derrotados, ocupa un lugar destacado la burocracia sindical, y por partida doble. Primero, porque su clericalismo los llevó a bloquear cualquier iniciativa de movilización por este derecho. Pero después, porque desenmascaró su parálisis y complicidad respecto de los ajustadores. En un país donde los burócratas dejan pasar despidos y retrocesos en las conquistas de los trabajadores, el movimiento de la mujer -con métodos opuestos- arrancó una conquista histórica.
La media sanción del aborto legal, en definitiva, es un golpe a los aparatos y partidos que hoy, de la mano del FMI, pretenden resarcir la quiebra del país que gobernaron -o cogobernaron- a costa de una catástrofe social. Hay que apoyarse en esta victoria para reforzar la lucha contra todos los agravios del ajuste -la carestía infernal, la devaluación, los tarifazos y despidos en puerta. El régimen que quiere llevar adelante esa escalada asiste al derrumbe acelerado de su propia política, como lo demuestra la nueva corrida cambiaria y la crisis de gabinete (renuncia de Sturzenegger).
El primer paso, naturalmente, es que no bajemos los brazos en relación con el propio aborto legal: el pasaje de la ley al Senado será un nuevo escenario de presiones y maniobras contra los derechos de la mujer. Exijamos su aprobación perentoria y sin modificaciones.
Apoyémonos en esta victoria contra la opresión a la mujer -eso representa el aborto clandestino-, para ir por el fin de todas las opresiones. Sumemos a esa conclusión a las y los millones de jóvenes que, en estas horas, han despertado a la lucha.
"Objeción de conciencia", una trampa para impedir los abortos legales
Bajo la presión del lobby clerical, la figura fue introducida en el texto del dictamen “de consenso” que tratará Diputados.
Por Olga Cristobal
Finalmente la objeción de conciencia –por ahora solo para individuos, veremos con qué nos sorprenden durante el debate– fue incluida en el proyecto “de consenso” que se discutirá en Diputados. Desde la primera jornada, los defensores del aborto ilegal exigieron que profesionales y trabajadores se pudieran negar a intervenir en la interrupción del embarazo. Piden objeción de conciencia individual o la amplían a instituciones completas. En ese caso, todo un hospital, tal vez el único de una localidad, podría negarse a practicar abortos. Es lo que ya ocurre respecto de la implementación del aborto no punible, incluso en aquellas provincias que establecieron un protocolo para su aplicación. La incorporación de la “objeción de conciencia” en el proyecto de ley constituye un salvoconducto para que los grupos oscurantistas.
El Mater Dei, un prestigioso sanatorio privado, ya picó en punta y tiene prestos los formularios para que sus médicos “se obliguen a cumplir” que allí no se realizan “prácticas médicas, quirúrgicas o medicamentosas que puedan interrumpir el embarazo con la consiguiente muerte fetal antes de su viabilidad”. Sin atenuantes. Aunque tengas septicemia. Aunque estés en los supuestos del aborto no punible. Si no les gusta, que los médicos busquen empleo en otro lado. Una demostración concreta de lo que es la Iglesia como un Estado con sus propias normas, opuestas a las del Estado.
Es lo que ocurre hoy en Río Gallegos y Caleta Olivia, donde no hay institución ni médico que cumplan los abortos no punibles, legales desde 1921. Una política que pretende nacionalizarse: en abril pasado, en Santa Fe, la Universidad Católica (UCSF), la Asociación Civil Ojo Ciudadano y la ONG Médicos por la vida, presentaron un protocolo frente al aborto no punible para que los agentes sanitarios y la población sepan que la objeción “cuenta con un sólido respaldo jurídico” (www.aica.org).
El clero intenta que individuos y centros de salud estén legalmente autorizados a violar masivamente una ley. Si no entra la objeción institucional presionan para que todos los médicos se declaren objetores.
Otro promotor del desacato a las leyes es el gobierno: su proyecto de ley de “libertad religiosa” -que espera en Diputados- la incluye hasta en la escuela. ¿Por qué enseñar evolucionismo si los dueños predican que Dios creó el mundo en 7 días, y después se tomó un descanso? Hasta ahora, apunta Stella Maris Marzano, “sólo en lo que respecta a la vida, la sexualidad y la salud de las mujeres existen leyes pergeñadas para ser cumplidas solamente por quienes tengan el deseo de hacerlo” (Marzano, Stella Maris. Maternidad, celibato o muerte. MSN). Van por más.
Claro que la Curia y los políticos patronales solo valoran la conciencia para violentar leyes progresivas, arrancadas al Estado a su pesar: derechos reproductivos, educación sexual, matrimonio igualitario, identidad de género. No existe “objeción de conciencia” para evitar desalojos o despidos. ¿Cuánto duraría en el empleo un trabajador que, por sus “convicciones”, se negara a cortar la luz o el gas, o a cobrar aranceles hospitalarios? La conciencia religiosa es conciencia unilateral: a los que tienen otra, anatema y apriete.
La objeción de conciencia fue incluida en el proyecto “de consenso” con el viejo argumento de que, si no, “la ley no salía”. Sin embargo, en vez de despejar el camino a los “indecisos”, la concesión envalentonó al clero y sus socios, que redoblaron aprietes fascistizantes sobre los diputados y sus hijos.
Si en momentos en que todo el país está atento a la legalización del aborto, no tienen empacho en amenazar a legisladores -el obispo de Tucumán los interpela en misa con nombre y apellido- ¿se imaginan cómo va a ser la vida de los profesionales o los trabajadores de la salud que no se inscriban como objetores?
Por qué tanto empeño
La objeción de conciencia es indispensable para impedir los abortos legales porque la legalización anula el bloqueo judicial. La rescató la Iglesia norteamericana en la década del 70 para contrarrestar la legalización a partir de un fallo de la Corte Suprema. Donald Trump es un defensor acérrimo de “las dos vidas”.
En Uruguay el aborto es legal desde 2012. Pero los jefes de dos de las tres Cátedras de Ginecotocología de la Universidad de la República apelaron a la Justicia -que falló a su favor. Y la objeción comenzó a aplicarse en masa: en ciudades de los departamentos de Salto, Paysandú, Río Negro y Soriano todos son objetores. “Los grandes apellidos son los que marcan la conducta social, no es extraño que todos los médicos hayan objetado conciencia aquí”, explica una ong de la zona. En realidad, la IVE solo se practica en Montevideo.
El aborto por causales se despenalizó en Chile en 2017. Pero en marzo se admitió que las clínicas privadas, aunque tengan convenio con el Estado, se nieguen a practicarlos. Inmediatamente, un aluvión de profesionales se registró como objetor (más del 60% de la región del Bio Bio). “Esto es una alerta gigante, sobre todo para mujeres y niñas que cotizan en las Instituciones de Salud Previsional y se atienden en el sistema privado de salud, que podrían ver en esto un obstáculo real para acceder con cobertura a un aborto en las tres causales. En la práctica sólo podrían interrumpir su embarazo cuando su vida esté en riesgo inminente, y eso es quedar básicamente igual que si la ley no existiera.” (Amnistía, Chile).
En Europa, la objeción ha logrado impedir los abortos legales en países con gran peso del catolicismo, solo se practica en clínicas privadas y en algunas regiones.
“En Italia el 70% de los ginecólogos se niegan a practicar abortos. Hay regiones donde existe un único hospital que efectúa interrupciones voluntarias del embarazo, con lo cual hay mujeres que se ven obligadas a realizar cientos de kilómetros. Los objetores superan el 90% en el sur del país.” La denuncia es de Silvana Agatone, presidenta de la Asociación Italiana Ginecológica Libre.
En España, muchos servicios de salud envían a las mujeres a abortar hasta a 600 kilómetros de la casa. El Estado les paga a clínicas privadas porque en el sur o en Galicia, todos los ginecólogos son objetores. ¿Un problema de fe? No. Los pioneros fueran acusados de asesinato por parte de los consorcios de abogados católicos, que alternaron escraches con juicios contra la matrícula y su patrimonio personal. Eso generó epidemia de objetores. El Tribunal Constitucional reconoció en 2017 el derecho de un farmacéutico a no vender la píldora del día siguiente por objeción de conciencia.
Los que ven la inclusión como mal menor suelen citar a la Corte Suprema de Justicia de la Nación, según la cual la objeción de conciencia es “el derecho a no cumplir una norma u orden de la autoridad que violente las convicciones íntimas de una persona, siempre que dicho incumplimiento no afecte significativamente los derechos de terceros ni otros aspectos del bien común”.
El dictamen “de consenso” establece que las autoridades de cada establecimiento deben garantizar la realización de la interrupción voluntaria del embarazo. ¿Quiénes los harán si se permite la objeción? ¿Acaso ignoran que se han cerrado por falta de personal quirófanos, salas de pediatría y neonatología, guardias médicas? Y eso en la ciudad de Buenos Aires y el conurbano, donde existe la mayor concentración de centros de salud. La existencia de equipos paralelos es en la mayoría del país inviable.
Debe ser por eso que agregan: “En el caso excepcional de ser necesaria la derivación a otro establecimiento, la práctica de la interrupción del embarazo debe realizarse en el plazo establecido en el artículo 7º -5 días- (…) siendo responsable de la efectiva realización el establecimiento derivante“.
O sea que los objetores deben garantizar un derecho que ellos mismos avasallan. ¿Alguien conoce algún jefe de servicio u hospital preso por bloquear una práctica no punible?
El único camino para imponer una ley que garantiza la salud y la vida de mujeres y niñas es la movilización callejera.
Viva la toma de escuelas y facultades. Todos al acampe!
El clero a sus sacristías.
Separación de la Iglesia y el Estado.